Capítulo X
Conclusión de toda la obra
Por fin, oh divina Talía, veo ante mí el final de mi trabajo, que con tu ayuda me ha resultado sencillo y agradable. Te doy las gracias, sublime musa, por tu bondad, que nunca me has negado. Me considero ahora tu favorito y creo de verdad que la fuente de Castalia también ha manado para mí. Disfrutaré ahora de un verdadero reposo y satisfacción bajo los laureles del dividido Parnaso y allá han de resonar en los bosques los cantos laudatorios que yo, tañendo las cuerdas doradas del lesbio, voy a cantarte65. También a ti, angelical Fillis, van a estar dedicadas las canciones de mi nueva arpa. Voy a enseñarle tu nombre a la gárrula Eco en el Helicón y escribirlo en el libro de la eternidad66.
Pero me estoy dejando llevar hasta tal punto por mis encantadoras ideas para el futuro que casi he dejado olvidado a mi héroe. Todavía he de acompañarlo a la más alta cima de su dicha y he de volver a bajar para echar un vistazo a cuantos se congregaban en la posada.
Estos se marcharon embriagados a la cama, en parte a causa del vino, en parte por la alegría, y a la mañana siguiente todos emprendieron el camino hacia la ciudad. Después de transcurridos algunos meses, Herr Johann alcanzó su edad viril y una carta de nobleza junto con el apellido von Schönberg (de Beaumont), un apellido igual a su apellido marquesil. Fue entonces cuando él y su ayuda de cámara contrajeron nupcias con las amantísimas Fräulein von Fre*** y su Käthe. No ha habido nunca una pareja que se haya amado con tanta ternura, y sin duda nunca volverá a haberla a no ser que mi propio sino en este mundo corra tan buena fortuna como para que me una a mi venerada Fillis. Mi afecto en ese caso superaría con creces al de Herr von Schönberg. La quimera había pues abandonado las excelsas almas de estos esposos y perseguían cada vez más, aumentando sus conocimientos de las cosas, el verdadero justo medio del sano juicio. Görge era el administrador del nuevo hidalgo, el cual pronto se hizo con una elegante propiedad, y el autor se convirtió en secretario del mismo.
Junto a la felicidad de mi héroe, no puedo ignorar el fin de los sucesos del resto de personas, pues es costumbre ya antigua entre nosotros los novelistas que al final de la obra se haga feliz a cada una de las personas que han aparecido. Y así Herr von Fre*** y su señora madre lograron liberar de deudas sus posesiones gracias a este casamiento, y el primero salió beneficiado hasta tal punto que en los círculos intermedios de la nobleza rural incluso llegó a alcanzar cierta reputación.
p. 174La salud del joven conde de C*** y su amor por la baronesa siguieron prosperando. Le hizo partícipe de su pasión y a esta le resultó grata, y con la aprobación de las familias de ambas partes se celebró un casamiento que aún hoy se cuenta entre los más felices. Ambos son de carácter afectuoso y pasional y dignos el uno del otro.
Y ahora finalmente puedo dejar mi pluma en reposo. Mis héroes de esta comedia son todos felices y ya no puedo decir nada más de ellos. ¡Que esta mi obra se lea no solo con regocijo, sino también con aprovechamiento! ¿Pero cómo podré esperarlo si ni el famoso Fielding, Scarron o Du Moulinet han tenido tal ventura?
Antes de terminar quisiera aún decir que estos acontecimientos nunca habrían visto la luz de haber dependido de Herr y Frau von Schönberg. Sin embargo, el autor habría dejado de serlo si hubiera dejado pasar una oportunidad tan excelente como esta para escribir un libro. Lo habría hecho aunque el joven señor hubiera seguido siendo el marqués de Bellamonte. En ese caso habría llevado su obra a cabo atendiendo a las ideas de aquel, pues bien percibía sus alocadas fantasías, pero ¿estaba en sus manos el cambiarlas? Pero ahora que estas ideas habían cambiado describió los hechos acaecidos tal como habían sucedido, en ocasiones con una redacción grandilocuente aunque amena, y editó la presente obra, la cual se encomienda junto conmigo de nuevo a la benevolencia de mi divina Fillis.
FIN DE LA CUARTA Y ÚLTIMA PARTE
65.La fuente de Castalia, en Delfos, era el lugar en el que los peregrinos se purificaban antes de entrar al santuario y a los oráculos. Por sus asociaciones con el Parnaso, patria de los poetas, se convirtió en un símbolo del entusiasmo poético o de la inspiración. A Parnaso, hijo de Poseidón y Cleodora, se le atribuye la fundación del oráculo de Delfos en las laderas del monte Parnaso, en el que tenían su morada las musas, razón por la que se considera al Parnaso la patria simbólica de los poetas.
66. Según la mitología griega, Eco era una ninfa capaz de emitir las palabras más bellas jamás nombradas por los mortales, y también era capaz de hacer que las palabras menos elegantes se oyesen de manera más placentera. Tras ser cortejada por Zeus, Hera descubrió la infidelidad de su marido y decide quitarle a Eco la voz, obligándola a repetir la última palabra dicha por cualquier persona con la que mantuviese una conversación, incapacitándola para llevar la iniciativa y encadenándola a las palabras ajenas. En la mitología griega, el monte Helicón, situado cerca del monte Parnaso, se encuentra igualmente consagrado a Apolo y las Musas. Cuenta con una altura de 1748 metros.