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Capítulo XXIX
Instrucciones curiosas

Arabela llamó a Lucía y la dijo que la había nombrado para narrar sus aventuras a su prima y al caballero Jorge.

—¡Yo, señora! ¡Yo contar vuestras aventuras! Os chanceáis, ama mía.

—No es necesario para ello que des mucho tormento a tu imaginación: los sucesos de mi vida son numerosos y no te faltará asunto; hemos vivido juntas desde niñas y no he tenido para ti cosa secreta. Debes, pues, saber mi vida de memoria.

—Señora, yo he leído muchísimas historias en los libros y no me acuerdo de ninguna; yo estaba en que solo los fisolofos* sabían contar historias.

—Más talento tienes aun de lo que se necesita para hacer lo que te digo; fuera de que, si encuentras tanta dificultad en cumplir esta parte de tu obligación, ¿cómo has podido juzgarte digna de servirme? Si quieres, pues, que continúe honrándote con mi benevolencia, haz lo que te mando.

Asombrada Lucía de la severidad de su ama, la suplicó que la dijese cómo había de hacerlo.

—¿No sabes que soy desgraciada? –replicó Arabela–. ¿No sabes que a nadie han sucedido lances como los que me suceden? ¿Ignoras mis acciones, lo que he pensado, lo que he dicho y los sentimientos de mi alma en las circunstancias críticas? ¿No me has visto sonreír, ruborizarme, perder el color, temblar, gemir, hablar con voz intercadente, hacer pausas más o menos largas, dejarme caer en una silla, desmayarme, ponerme en pie, pasearme sin poder articular palabra, enternecerme, gesticular y, finalmente, otras mil situaciones de igual importancia?

—¡Ay, mi Dios, y cuántas cosas! Nunca pensé que tenía que retener todo eso para componer una historia. Vedme aquí ahora más confundida que antes, porque no sé cómo he de contar un suspiro, una voz intercadente, unas pausas, una silla, un paseo sin articular nada y otras cosas así, porque todo esto será para mí un embrollo.

—Y, sin embargo, todo se reduce a tener memoria, que nunca te ha faltado.

—Pues bien, señora, componed lo que he de decir y os prometo relatarlo todo al pie de la letra. p. 108

—Muy bien, escucha: subirás hasta mi nacimiento, que es bastante ilustre, para no quedar olvidado y pasarás ligeramente sobre los años primeros de mi vida. No dejes de observar que, desde muy niña, mis chistes ingeniosos y la viveza de mi imaginación anunciaron lo que había de ser. Desde esto pasarás a formar una descripción exacta de mi persona.

—Pero, ¿cómo, señora? ¿He de pintar exactamente al caballero la formación de todas las partes de vuestro cuerpo?

—Sin duda alguna, aun cuando fuese a un hermano mío, si lo tuviera, sería indispensable hacerle la tal descripción.

—Por lo que toca a esto, tengo seguridad de hacerlo bien.

—Repetirás las conversaciones importantes que he tenido contigo, hablarás de aquel señor extranjero que encontramos en la iglesia; del efecto que en él hizo mi hermosura, de la agitación de su alma y de sus pensamientos, que procurarás pintar con energía.

—Mas, señora, ¿cómo he de pintar sus pensamientos?

—Es cosa que no puede omitirse, pero te es permitido no extenderte mucho sobre este punto; introducirás astutamente al amante, disfrazado de jardinero, aunque en esto habrá alguna falta de formalidad, pues ni tú ni yo sabemos su verdadero nombre; pero cuidado con que nada digas del asunto de los peces ni de la equivocación del jardinero mayor, sino que tú…

Interrumpiose la instrucción con la llegada de Carlota, que entró a decir que acababa de irse el caballero Jorge.

—¡Ha partido! –replicó Arabela muy admirada.

—Creímos que no nos cumplirías la palabra. Mi hermano le persuadió a que te chanceabas y se han ido a comer juntos.

—¡Y es con ese caballero con quien cuenta justificarse! Tal conducta me admira: o es insensible o está segurísimo de su inocencia.

Como Carlota nada tenía que responder, mudó de conversación y ambas primas pasaron juntas lo restante del día: la una contentísima de que su figurada competidora se había ridiculizado mucho y la otra muy inquieta con la justificación de su amante.

i En cursiva en el original y metátesis en el orden de las sílabas, con intención evidente.